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miércoles, 26 de septiembre de 2012

Retener el talento, retener el compromiso


Retener el talento, retener el compromiso
Hace unos días,  en una visita comercial que realizaba a un potencial cliente, mi interlocutor, el director general de la compañía, me espetaba en contra de mis argumentos a favor de las estrategias de cultura empresarial  que favorezcan la retención del talento en las organizaciones, que estas prácticas  estaban ya obsoletas y que no eran en absoluto necesarias, dado que en los tiempos actuales nadie, con talento o sin  él,  se iba de las empresas y, por tanto, había dejado de ser rentable  invertir dinero en tales estrategias.

Cierto es que el razonamiento es bastante razonable y que muchos líderes y dirigentes empresariales se han abonado a él en la creencia y seguridad de que es cierto y de que no es necesario ya preocuparse en exceso por mantener proactivamente el talento en el interior de las empresas cuando él sólo se mantiene y  sin necesidad de gastar un euro en ello.

Razonable argumento, sin duda, pero,en el fondo, falso, equivocado y dañino como pocos, en mi opinión. Lo que sí parece conveniente, quizá, es hablar, más que de retención de talento, de retención del compromiso, porque expresa mejor las necesidades actuales en materia de gestión empresarial.

El talento de las personas es el resultado de la interacción de múltiples variables, delicadas y  sensibles todas ellas. Cuando se las cuida y se las dirige sabiamente, el resultado es espectacular y el talento se transforma en una explosión de innovación, creatividad, desempeño y productividad que transforma la vida de las personas en el trabajo y la propia dinámica de las organizaciones y de las empresas.

Una de las cuatro variables de las que depende el talento, es el Compromiso, la más frágil de todas ellas, la que más pronto se quiebra y la que más esfuerzo exige para su restablecimiento. El Compromiso es el deber que una persona se autoimpone cuando se identifica con un Valor determinado, cuando lo comparte con su empresa y transforma su realización en una obligación moral, personal y libre. Y aquí radica su fuerza, su efecto multiplicador del talento y del rendimiento final.

El Compromiso es la primera columna del talento que amenaza con derrumbarse cuando la recesión y la crisis entran en las empresas. Pero no por efecto de estas en sí mismas, sino por efecto, más bien, del abandono de las estrategias y prácticas de retención del talento, abandono  que significa casi siempre el dejar a su suerte a las personas dentro de las organizaciones, devolviéndolas a una posición subordinada y dependiente de las circunstancias económicas.

Las estrategias de “retención del compromiso” pueden ayudar a las compañías y las organizaciones a gestionar más efectivamente los efectos de la recesión, estableciendo mayores dosis de confianza mutua y de eficacia conjunta. Un liderazgo centrado en el compromiso de las personas y los equipos es más importante de acentuar en tiempos de crisis para retener  el talento a todos los niveles y con él incrementar el apoyo de las personas incluso a la toma de decisiones difíciles, pero transparentes y participadas.

Los valores definen la cultura de la empresa y determinan su modelo de liderazgo en relación con las personas y su desempeño. Cuando estos  valores se comparten, obtenemos la máxima ventaja, la que proviene de la confianza y el compromiso.

Si cuando llega la recesión a nuestras empresas, la estrategia de actuación es olvidarnos de las personas, podemos estar seguros de que el resultado inmediato será que sus cuerpos y sus nóminas permanecerán en la compañía, pero su compromiso y su talentoya habrán huido mucho antes de ser conscientes de ello.



Fuente: RRHH Digital

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